Recuerdo bien, llegó a mediados de marzo,
poco después de cuando nacen las flores,
se presentó tan inadvertido hallazgo
que gratuitamente me otorgó sus dones.
Primero baje y él abrió sus negros ojos,
me miró con su compasión formidable,
después sostuvo y curo mis versos rotos,
por primera vez no me sentí indeseable.
Nos quedamos por largo tiempo trinando,
bebiendo aromas y besando las sombras,
pero al escuchar que lo estaban llamando
nos despedimos con alegrías más ondas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario