Hace un viento
de lo más aterrador,
diariamente
quiero invocar su
calor,
claramente
estoy tomando sus
atajos,
desaparezco súbito
contemplando sus
zapatos,
me presumo único
y todo lo que miro se
desintegra
y todo vanamente me
embelesa.
Lo presiento temeroso,
inocente todo lo padece,
me acaricio el rostro,
enfermedad mediática,
usa bloques de
juguete
que no resisten nada.
El transporte viene
pero después no se va,
la gente se diluye,
escurre de aquí para
allá,
son ecos de
espejismos,
vacíos eufemismos,
publicidad perfecta,
mentira programada,
seguridad impuesta,
apariencia consumada,
pero la gente no es
mala,
solo es vanidad
y el tiempo ya no
pasa
por esta ciudad.