jueves, 30 de noviembre de 2017

Para esperar y desaparecer

Esta es la bruma matinal
con su monstruoso amanecer,
más allá del bosque y de la luz
hay una canción que entonan los cisnes,
no arrebates la frágil quietud,
en un instante se pueden contemplar
las flores que nadan en la laguna,
cuando vuelva el viento nos reunirá
entre las piedras o en el aire,
quédate en mí, hasta desaparecer.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Divino presagio

Me doy cuenta,
cuando el viento enfurece y
avanza golpeando las hojas
que arrebata del suelo,
anunciando un deseo inmortal
que no se alcanza.

Me doy cuenta,
cuando las grietas se mueven
separando los senderos
de amigos y amantes,
todo cambia transparente
y no puede volver jamás.

Me doy cuenta,
cuando el frío congela mis
orejas y me  llama sin sonidos
al lugar donde todos van,
presagiando algún tiempo
donde todo se olvida.

Me doy cuenta,
cuando el corazón sobresalta
fuera de este mundo,
dividido en un porqué,
palpita fuerte y duda de todo
hasta calmarse dulcemente.

Me doy cuenta,
cuando pasen todas las horas
y no queden más poemas,
solo tú vendrás hacia mi
para hacer juntos un camino
rumbo a la luz, mi amor.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Adorarte

Todas las flores en el campo,
una mañana me hablan de ti,
con sus colores vivos
y sus suaves aromas,
entre arbustos espinosos
que protegen su belleza;
estas son las visiones que me vuelven hacia ti,
que me dan fuerza y mil motivos para adorarte.

martes, 14 de noviembre de 2017

Una mirada perdida

Supe que serían solo mías,
esta sed y la distancia,
entiendo bien mujer,
no puedo tomar tus alas
y hacerte volver,
pero tampoco puedo dejar
de suplicarle a la noche
tu gracia y tu ternura,
tu nombre y tu calor
y no puedo dejar de anhelar
el roce de tus palabras,
el aroma de tu cuerpo
y el sonido de tu voz.

El peso de tus manos
sobre las mías,
persiste en mi alma
y no puedo olvidar,
la dulzura de tus ganas
de quererme besar.

Contemplo días inconsolables,
solo espero fiel en ti mi amor,
meditando estas palabras
busco calma, herido estoy.

Ya no llores más
si tu ángel partió,
pues a esta hora
ya habrá escuchado
tu oración.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Bañarse en el río

Es de noche, salgo de mi hogar
para penetrar en la espesura,
ahí donde los cuerpos silvestres
anidan y cazan imponiendo su ley;
camino hipnotizado por una sensualidad abrumadora,
me está llamando una calma total,
mis pasos son como bruscos despertares
sobre una tierra oculta en lo profundo,
senderos entretejidos a través de diversos pisos,
a través de húmedas plantas y exuberante follaje,
a través de ecos aullantes y miradas nocturnas;
todo está tan desnudo, tan llano y entero,
una promesa enterrada por una madre celosa y fiel,
un llanto siempre verde, aun sin yo poder entender
estoy abriéndome, están llevándome a algún lugar;
toda esta maleza azul, después verde, después blanca,
las estrellas fúlgidas, los árboles altos y frondosos,
toda esta oscuridad preciosa me ofrece su hermandad,
me hace sentir libre, protegido y acechado a la vez;
me detengo ante un río de zigzagueantes orillas
y despojándome de mi ropa entro al agua,
ella me cubre hasta la cintura, me abraza,
agua fresca de confortable temperatura,
apenas fría, avivando cada poro de mi piel,
como rejuveneciéndome, como adormeciéndome,
en la orilla se pueden ver los jaguares y las flores,
ya están esperándome,  entre las hojas y la luz,
todas estas flores amarillas, rojas, azules y moteadas
embellecen mi mirada y enternecen el aire con su perfume,
termina el llanto, ya estoy acercándome al despertar;
la brisa de la montaña acaricia la superficie del agua,
los rayos lunares reflejan en el fondo las piedras preciosas,
espinela que seduce con su brillo en todas direcciones,
y mi cuerpo se mueve al ritmo del empuje de la corriente;
este es un lugar donde dormir,
es un abismo completo y final,
me baño en el río y las flores se inclinan,
ojos verdes me miran y rugen con fuerza,
en un impacto celeste que rompe el cristal,
este es mi cuerpo, que se va con el río.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Ofelia

Una voz para consentir,
caricias para consolar,
-Vente mi niño, dame esos chinitos,
yo quisiera unos chinitos así - me decías,
yo no podría olvidarme,
déjame ver cómo atiendes a las aves y a las plantas,
llévame a misa y escúchame cantar los salmos,
escúchame rezar y decirle nuestros nombres a Dios;
luego vamos a sentarnos en las bancas un rato,
a ver que amistad nos encontramos,
pero no hay que volver tarde a la casa,                                                       
vamos a merendar pan con chocolate
y cuando todos se vayan de la cocina,
pídeme que me quede a platicar,
cuéntame de los concursos de baile,
cuéntame cómo era la casa hace 30 años,
cuéntame de las escapadas,
de los viajes y las comidas,
y enséñame las fotos de mis tíos y mi mamá;
solo una pregunta me pone nervioso:
-¿Bailamos joven? -
Y hoy me gusta bailar aunque no sepa,
me gusta el mambo y las canciones lentas,
solo por ti.
Ay la nata con azúcar,
el pan con mantequilla,
las gorditas, el caldo de verduras
y el atole para pegar las estampas,
dormirme en tu cama
frente a los elefantes de porcelana.
Yo no me podría olvidar de ti,
me entregaste la paciencia de tus ojos
y la dulzura de tus labios,
un abrazo y una bendición,
son los recuerdos de un amor perfumado,
gardenias y reinas por una noche,
son los momentos de una infancia,
una vejez, una vida con ritmo en el corazón.