miércoles, 27 de junio de 2018

Para un árbol

Acaríciame con la sombra de tu cuerpo
y déjame sentir la frescura,
acaríciame con tus ramas,
con el musgo que crece entre las fisuras,
prefiero el eco de tus voces silvestres
silbando, crujiendo y goteando
antes que los delirios urbanos,
arráncame la piel y dame una corteza,
para soltar mi vanidad y mi fatiga,
para sentir la naturaleza olvidada
de mi alma dormida que añora
el aire perfumado de tus flores.

domingo, 24 de junio de 2018

A los poetas no reconocidos

Vino para el mundo con ojos de dolor,
llegaron desde lejos un coro y una luz
que se precipitaron sobre su rostro,
ellos lo ignoraron y a nadie le importo.

Con el paso del tiempo la miseria lo cerco,
su padre dijo basta y nunca regreso,
la muerte se anunció ante su último amor,
se supo abandonado y decidió partir.

Ya con la mirada llena de estrellas muertas,
se sintió ilusionado y despertó con todas ellas,
por fin en su interior halló fuerzas para crear,
se dedicó a darle a las cosas nuevas formas.

Como una flecha puntiaguda él se manifestó,
atravesando así la más sensible tela del cuerpo,
convirtiendo en imagen los sonidos de su voz
y con sensible mano hizo brotar letras del suelo.

Difícil entender para aquella sociedad,
románticas tinieblas burlándose de lo racional
ninguno se apiado de tanta soledad,
así entrego su obra y su salud al delirio mortal.

Y al transformarse en éxtasis
hizo morir la luz y término la espera,
ahora con su cuerpo ya disuelto,
se dio al final de alimento a las raíces.

Tan solo un verso más para reír y llorar,
la última caricia para un mundo sin pasión,
muere en la distancia con la boca seca
y un alma de papel para leer años después.

martes, 19 de junio de 2018

Los ruidos de una casa vieja

Estoy esperando por una señal,
algo fuera de mí, que no entiendo,
estoy sumergido en estas horas,
hasta que los ruidos me asaltan.

Puedo escuchar desde este muro
sonidos sin origen ni ritmo,
llevándose mi cuerpo de atril
hasta el zaguán, los pasillos y más allá.

Me hacen correr por el enorme salón
donde otro tiempo pude dormir,
donde cada retrato se vuelve ficción,
pieza retocada de una memoria infiel.

Los ruidos aceleran mis pasos torpes,
apenas libro las monstruosas reliquias,
ya bajo por las maltratadas escaleras,
todas las puertas se quedaron abiertas.

Pero no la reja entre el zaguán y la calle,
quedó clausurada en un solemne acto,
del cual ya no hay testigos ni detractores,
solo un obstinado rostro, indistinguible.

Como una mancha indeleble sobre la tela,
porta una de esas muecas aterrorizantes,
de aquellas que uno no puede ignorar,
pues nos cuentan una historia verídica.

Esta historia en particular,
no tiene un desenlace conocido,
un montón de palabras flotando,
volviendo por el vestíbulo.

Me quedo aquí, en el patio interior,
quiero quedarme cuidando el jardín,
donde la noche ignora los lamentos,
me observa y a estas cosas valiosas.

Que de algún modo aún están vivas,
detrás de las ventanas, en los pasillos,
bajo la cama y adentro de las lámparas,
la noche los atiende a todos, menos a mí.

Se quedan dormidas entre las grietas,
canciones de una herencia desconocida
y brotan musgo y ramas con hojas
que trepan discretas las paredes.

Estas paredes se han vuelto tan delgadas,
incluso una persona podría atravesarlas,
los ruidos se vuelven pasos y luego voces,
voces sin conciencia, ni prisa ni deseos.

Escapan de los rincones de la casa,
cerrándose a mi alrededor como una garra,
una pesada, lenta y constante gota de agua,
perforando con fuerza incorpórea.

Algo que es un destello prohibido,
algo que se extiende hasta morir,
sin tocarme, perdiéndose en la ligereza de mi cuerpo,
reagrupándose para volver a desfilar hacia las llamas.

Se dejan caer sobre mí
y cada una de esas voces
se vuelve un sufrimiento
momentáneo y agudo.

No queda un solo cuerpo cautivo
pero aún se pueden contemplar,
los gritos incendiando corredores,
signos insufribles que no tienen final.

Puedo hablar con una voz
que ya no es corpórea,
he comenzado a entender
que soy como una imagen desenfocada.

Que apenas se pronuncia
en la inmensa oscuridad,
como letras que no se borran del papel,
sin importar cuanto tiempo pase.

Siguen ahí, aunque tú no las puedas ver,
ni escucharlas y tampoco sentirlas,
aun así, en ciertas ocasiones,
pueden volver como poemas olvidados.

Solo sus habitantes conocen bien,
los ruidos de una casa vieja,
solamente una casa tan vieja,
puede ser habitada por tantos fantasmas.

La distancia entre todas estas imágenes,
a pesar de estar encerradas aquí,
es algo que las vuelve inalcanzables,
me muevo a través de una soledad eterna.

viernes, 15 de junio de 2018

El naufragio del capitán Niall

Sentado entre rumores cotidianos,
una marea insospechada se asoma,
de repente, los rumores se vuelven neblina,
dejándome una nube gris en los ojos.
Para no dejar de sentirme presente,
me enfoco en un punto visible,
algo que pueda flotar intacto
y mantener mis luces encendidas.

Todo pareciera estar a punto de caerse
pero mantengo la mirada fija
y me decido confiado a levantarme,
hasta que ese punto perfora la superficie,
confundiendo mis sentidos,
como un agujero en la arena,
se empieza a comer sus periferias,
enfoco un nuevo punto a la distancia,
todo vuelve a su lugar, estoy a salvo,
ya puedo ponerme de pie y avanzar,
mis piernas se mueven con dificultad,
como resistiéndose a mi mente.

Mientras me muevo debo escoger otro objetivo,
no le toma mucho tiempo devorar lo que miro,
tres pasos y mi horizonte empieza a perderse,
creo que si miro por mucho tiempo,
desapareceré también,
por eso debo seguir adelante,
debo mantener las piezas juntas,
los ojos abiertos y las piernas firmes.
Doy un paso más, sin sentido, a destiempo,
la madera bajo mis pies ya no es confiable,
todo gira a mi alrededor, me falta el aliento,
mis rodillas tiemblan y mis ojos se cierran.

Mis manos buscan las sogas,
pero alguien se las ha llevado,
¿Qué es lo que me está pasando?
estoy a la deriva y no puedo pelear,
mi boca deja salir sirenas mudas,
espero que ellas se puedan salvar,
un paso más, un objetivo nuevo,
pero cada movimiento se entorpece
y cada imagen se desenfoca,
ahora mi nave comienza a hundirse,
si cierro los ojos todos se ahogarán,
pero ya no tengo fuerzas.

Caigo sobre mis rodillas,
con el mar en los ojos
y su estruendo en mis oídos,
¿Qué es lo que quieres de mí?
solo es una bestia, un capricho,
un castigo por desafiar su poder,
ya no puedo resistirme más,
al final, me entrego al sueño.

viernes, 1 de junio de 2018

Me han dejado sin gardenias

Estas aquí, ilusión encantadora
una vez más, amante inexperto,
mírame bien, no te confundas,
ya han tomado mis gardenias,
aquellas ruines aves lisonjeras,
aquellos los días de mi ceguera.

Tus manos, son preciosas,
las mías están manchadas
y tu pecho resplandece vigoroso,
el mío se resquebraja cual cristal,
pero no te engañes, no soy débil,
pues ya lo veo todo con claridad.

No quiero tu lástima
ni mucho menos tu afecto,
pues no tiene sentido.

No te atrevas a sufrir por mí
o a involucrarte,
lo siento, ya no tengo remedio.

No quiero sus horas prestadas
ni promesas ahogadas en polen,
me quedo en mi luz y mi sombra.

Ya no quiero ver su lucha cruel,
ya no me interesan sus flores,
me han dejado sin gardenias.