llegaron desde lejos un coro y una luz
que se precipitaron sobre su rostro,
ellos lo ignoraron y a nadie le importo.
Con el paso del tiempo la miseria lo cerco,
su padre dijo basta y nunca regreso,
la muerte se anunció ante su último amor,
se supo abandonado y decidió partir.
Ya con la mirada llena de estrellas muertas,
se sintió ilusionado y despertó con todas ellas,
por fin en su interior halló fuerzas para crear,
se dedicó a darle a las cosas nuevas formas.
Como una flecha puntiaguda él se manifestó,
atravesando así la más sensible tela del cuerpo,
convirtiendo en imagen los sonidos de su voz
y con sensible mano hizo brotar letras del suelo.
Difícil entender para aquella sociedad,
románticas tinieblas burlándose de lo racional
ninguno se apiado de tanta soledad,
así entrego su obra y su salud al delirio mortal.
Y al transformarse en éxtasis
hizo morir la luz y término la espera,
ahora con su cuerpo ya disuelto,
se dio al final de alimento a las raíces.
Tan solo un verso más para reír y llorar,
la última caricia para un mundo sin pasión,
muere en la distancia con la boca seca
y un alma de papel para leer años después.
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