donde los sapos duermen
y la conciencia espera,
gritar hasta desvanecerse.
Conteniendo la respiración
aferrarse a la tierra fría
salir de su turbio manto
en un instante de temor
ya que mi voz es doble
y ella nunca deja de hablar.
Esta planta es tu mano,
sus labios son guijarros,
tus piernas son lenguas de sal
y el polvo gris entre sus dedos
son pequeñas raíces rojas
trepando en nuestros ojos.
Si tus lágrimas pudieran brotar
a través del lodo y las algas
ya no estaríamos ahogados,
entonces ella dejaría de hablar.
Sientes como la pesadez terrible
de aquel limo reptante y verdoso
se acumula sobre tus hombros
obligándote a flotar
dejando escapar solo sus gritos
en burbujas de aire.
Las algas enloquecen como pirañas
rodeando tu cuerpo y envolviéndonos
tus piernas, sus brazos como troncos
una fuerza viva para aplastarlo todo.
Finalmente el monstruo emerge
levantándose del pantano
entre flores rosadas y espuma
te quedas en la superficie
escuchando la voz de tu amada
con una súplica exhausta
detén al monstruo, destrúyelo
y déjame callar felizmente.