martes, 28 de agosto de 2018

Fracaso

Es algo que ya no puedo soportar,
cuando asoma su cara en la habitación,
entre cambios de máscara y escena
puedo ver su expresión de fracaso en mí,
sus ojos de ira que se resisten al llanto,
que no se atreven a mirarme
ni tampoco a rendir su orgullo,
sus labios que se estiran con vergüenza,
que no alcanzan las palabras
pero pretenden dar respuestas,
puedo ver cómo quiere estallar,
todo es un caos oculto celosamente
que se extingue antes de gritar,
su cuerpo un todo, vuelto desastre,
piernas y brazos de atril olvidado,
rodillas cansadas llenas de óxido,
muñecas que crujen anunciando algo
y una cabeza que escupe humo negro,
quizás vestigio de algún deseo o ilusión
devorados por el fuego de este mundo,
puedo ver las horas de su esfuerzo,
huellas delineadas sobre su piel,
no puedo ignorar su cara quebrándose,
su furia en mí, su temor en mí,
que alguien lo ayude, yo no puedo,
que alguien le enseñe a fracasar.

lunes, 20 de agosto de 2018

El milagro de nuestra unión

Por la mañana te levantas sobre mis labios,
con dulces palabras que me hacen despertar,
tan radiante y tranquila como las flores,
que brotan para conceder su belleza,
solo respiro con el brillo de tus ojos
y puedo sentir tu confianza palpitando en mí,
mientras mi alma se regocija entre tus manos,
exhalando el milagro de nuestra unión.

domingo, 19 de agosto de 2018

Los primeros versos

Recuerdo alguna vez haber visto su rostro,
sentirme volar y marear de belleza,
haberme dejado llevar por la palabra,
lentamente sumergido en el sonido,
enfermando de un placer novedoso,
que sostenía mis sentidos con su significado,
antes de los músicos, los ideales egoístas y las heridas,
en el nadie de la luz versátil,
antes de los libros, los romances feroces y toda la locura,
hablando de lugares no vistos,
recuerdo haber tocado su rostro
y entregarme felizmente a su capricho,
recuerdo su presencia rozagante
y como todo aquello fue puro y verdadero.

domingo, 5 de agosto de 2018

Placer y desfallecer

Que consuelo tan preciado
se encuentra en el cansancio,
de pie ante el umbral del colapso,
cargado de satisfacción y fracaso,
a punto de entregarse al sueño,
ligero para dormir en el fuego,
tocando sin sentir en el cuerpo
armónicos de algo raro y bello,
abandonando el dolor de los huesos,
sin saber si algún despertar aguarda,
entre gemidos mudos y quietos,
que intentan restaurar el alma.