quién le ha otorgado tan dulces dones
y le ha confiado el secreto de la dicha sincera
que se refleja en su tono y en su andar.
Cuando habla, caballeros y damas escuchan con atención
despertando el asombro en más de alguno
por la pulcritud y agudeza de sus comentarios,
nadie queda indiferente después de su charla amistosa.
Incluso en las reuniones acepta sus errores con gracia y
decoro
de modo que quien le corrige lo hace con la debida
amabilidad
y su propia gentileza para con pudientes y humildes
le ha forjado su muy notable y humana reputación.
Ante la envidia ruin y sus necias habladurías
usted guarda un silencio de gran dama
y con una mirada de absoluta dignidad
ya ha probado sin lugar a dudas su inocencia.
Si se le ve triste es por algo de suma importancia
y al poco tiempo hace más que cortar flores,
ya ha resuelto como encarar y sobrellevar la pena
por eso se tienen de invaluables sus consejos.
Si yo fuese tan solo un poco parecido a usted
si tuviera su ánimo y entereza,
entonces le diría cuanto la admiro y la amo
sin miedo ya de ser yo mismo.
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