extiende sus manos
y pronuncia el ritual,
resuenan sus palabras.
Siento estremecer mi alma
entera
como si un fuerte viento
entrara
y sacudiera las llamas de los
cirios
revelando las cosas
escondidas.
-Esto es mi cuerpo.
Señor mío.
¡No estás en el sepulcro,
estás frente a mis ojos!
-Este es el cáliz de mi
sangre.
Dios mío.
¡En verdad estás vivo,
mi fuerza y mi esperanza!
Una palabra tuya para sanarme.
Amor mío.
¡Eres tú el alimento,
para la salvación de las
almas!
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