domingo, 16 de diciembre de 2018

Milagro

Recién estallaban los cañones,
¡Viva Cristo Rey!
El filo de la espada resplandecía
cegando los ojos de campesinos
que esperaban el torrencial de septiembre
días de lluvia que no pararon,
hasta que el río Lerma desbordó,
tierras inundadas y asentamientos devastados.
¡Suban a los techos, ahí viene el río!
Gritaban con espanto hombres y mujeres,
con gran pesar miraban el agua y el tiempo correr.
¡Que salga la Reina!
Madre del Salvador,
que nos proteja su imagen bendita,
llevaron a la Virgen del Refugio en procesión,
y al asomar la luz de su rostro
cruzando por el arco central
del extenso atrio parroquial,
el ímpetu de las aguas se calmó
descendiendo pronto su nivel,
como si el brillo azulado de su manto
anunciara el final de una noche segura
y el Sol que ella cargaba en sus brazos
proclamara un nuevo y próspero día.
Aquel milagro que salvó al pueblo
renovó la fe de sus habitantes
y es bien sabido hasta el día de hoy
que tenemos un refugio en su corazón.

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