lunes, 3 de diciembre de 2018

Claustro

Un patio cuadrado con cuatro rostros familiares,
cuerpo, intelecto, espíritu y su relación fuera del yo,
encierra al hombre en toda su dimensión,
le resguarda y le da acceso al mundo y sus inquietudes,
en el centro, sobre una imponente fuente de granito,
la Inmaculada Concepción ofrece su fiel oración,
guiando a los frailes desde maitines hasta completas,
solemne incienso que huele a casa amada,
y la sombra de un árbol que recoge regalos frutales,
el penitente recorre el claustro, sin prisa,
como un niño que visita la casa solariega,
admira con asombro las altas arquerías,
descansando sobre columnas y dobles columnas,
cada piedra esta bendita y guarda en si un secreto,
una promesa invisible y misteriosa,
tanto que ni él mismo advierte su naturaleza,
sin advertencia, desaloja el silencio
por aquel murmullo quedo de la confesión,
y el penitente se marcha,
a veces algo preocupado,
de si lo habrá dicho todo
o si acaso volverá mañana,
el claustro le parece como una estancia,
ubicada entre lo mundano y lo sagrado.

No hay comentarios.: