martes, 23 de enero de 2018

Las calles de la desolación

¿Cuáles habrán sido aquellos sueños o tales intenciones? Las cosas que tenían nombre se volvieron polvo sin descanso o restos de tumbas inquietas, sé que fueron hombres y mujeres devorados por codicia o consumidos de miseria, nadie tuvo un momento para recostarse y observar dentro de sí, pues cuando el reactor explotó las partículas de hidrógeno volaron a través de los edificios y los huesos, arrebatando la forma de todo cuanto conocía o entregando los despojos de una horrenda ciudad a donde no hay piedad, podría alegrarme de este desenlace, pensar incluso que se ha hecho justicia, yo que era antes uno de los predilectos despreciables de la sociedad, un estorbo viviente que hacia padecer repugnancia y desdén, un hombre del cual no se espera nada salvo por malas intenciones; cuando yo me acercaba a pedir una limosna la mayoría de las personas no se molestaba en fijar la mirada, la indiferencia alimentaba mi desesperación o adormecía mi esperanza, algunos otros me gritaban insultos e incluso golpeaban mi cuerpo o lastimaban mi espíritu y unos pocos me atendían ofreciendo una de las monedas que ahora perdieron su valor, incluso entre aquellos pocos podía yo ver en el reflejo de sus ojos, la vergüenza de un patético guijarro, ni la autoridad, ni la sociedad, ya ni yo mismo me tenía como un ser humano; merecía yo vivir de tal manera, se muy bien que con mis decisiones hice mi camino hasta las calles de la desolación; hoy podría yo sentir el consuelo en mi alma cansada o inquietud ante el aparente final, pero recuerdo que también había hombres sin culpa y mujeres inocentes, mil niños dormidos en la inmensidad, mi cuerpo tiembla y solo busco un refugio o un sentido mientras camino por las calles de esta ciudad muerta.

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