como las hojas que el viento
arrebata
nadie se atreva a poner culpa
en ella,
si por la fuerza de otro fue
tomada.
¡Oh desgraciada! Que en todo
sea absuelta,
en cambio, si fue el discurso
adornado
palabra del seductor
Alejandro
como uva dulce nacida en la
vid
y así tomóse Helena con
agrado.
¿De quién ha sido el ánimo
febril
y cuáles los motivos de su
entrega?
Pero ella misma siendo hija
de un dios,
deseada y admirada por
grandes aqueos.
¿Cómo pues transmutó su
integridad?
Si entre la gente o el
valiente Menelao
se sentía ajena respecto a su
patria,
no la culpo aún, escasa es la
evidencia.
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