Tus ojos catapultas aún
precisas
observan la roca viva que se
hunde,
los duendes cantan y bailan
sin prisas,
no les importa si su oro se
funde.
Tu boca aljaba carente de
flechas
exhala fantasmas de
primavera,
se mueven como palabras
estrechas,
recuerdos de la dicha
verdadera
Tus manos hachas firmes e
iracundas
afiladas por el viento del
este,
hoy las adornan con runas
profundas
Tu rostro piëdra luz
inmutable
se levanta sobre el fuego y
la peste,
honor a ellos por su muerte laudable.
honor a ellos por su muerte laudable.
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