De pronto escuche como si una
puerta se abriera pausadamente, todas las puertas en esta casa rechinan como
cachorros escandalosos, esa era mi señal, pasos sigilosos recorriendo el
pasillo mientras me escondía en la cocina y entonces…
Nada, nada ni nadie, ni un solo
niño curioso entrando en la sala, deje mi escondite para ver que tramaban pero
estaba solo, las galletas que no me comí sobre la mesita y la obra maestra
intacta. Me sorprendí mucho pues nunca tardaban tanto en bajar, ya casi amanecía
y entonces lo vi, un niño Dios en la mesita, me salió ayer en la rosca pero creí
que lo había guardado en la cocina, al tomarlo me llene de nostalgia, escribir
mi carta y esperar a mis reyes magos, esa tierna infancia que no deseo olvidar.
Entonces pude ver una luz en el pasillo, ahora si eran ellos pensé, pero no me
dieron tiempo de esconderme cuando una estela de luces coloridas entro a la
sala, todo quedo iluminado de rojo, azul, de morado y de rosa, verde y naranja
como una bandera que ondea por el viento pero sin viento, sin lógica posible, pude
ver que marchaban como en un desfile montones de juguetes, guiados por la
estela de luces entraron a la sala, primero un pingüino “no me caigo” luego
miles de bloques para armar, muñecas de vestidos brillantes, patos bailarines y
caballos que rebotan, un avión a control remoto que daba vueltas por la sala, súper
héroes sonrientes y dinosaurios enormes rugiendo, bicicletas de colores,
patinetas y patines con cascos, rodilleras y coderas, castillos de princesas y príncipes,
peluches adorables y figurines coleccionables, balones y pelotas rebotando, trenes
encarrilados y autos de carreras con pistas que se armaban solas para una
carrera interminable, todo esto frente a mí, sin poder explicarlo yo quede
maravillado, asustado, asombrado, no sabía qué hacer, ahora sí que los niños bajarían
a ver todo este alboroto, robots haciendo ruido a la par de naves voladoras,
guitarras y baterías tocando rock and roll, libros electrónicos para jugar,
aprender y colorear, juguetes de todos tamaños, formas y colores, y al final de
todo este espectáculo dos marcos pequeños entraron bailando, mi curiosidad me
hizo levantarlos y al ver las fotos no pude contener el llanto, en una estaba
yo, era una foto mía a los 7 años, una foto que creí había perdido y en la otra
una foto donde estábamos todos, yo, mi hijo, mi hija y mi difunta esposa, una
foto que había escondido hace tiempo. Había dejado que mi tristeza me quitara
los bellos recuerdos de mi familia y de mi propia infancia, pero esa mañana estaba
contento como nunca antes. Entonces alguien saltó sobre mí y desperté, era mi
hijo.
-Papá ya llegaron los reyes, se
comieron todo y dejaron todo muy acomodado-
Todo el espectáculo había desaparecido
y solo quedaban mi obra de arte y dos marcos pequeños en la mesa.
-¿Eres tú papá? Cuando eras niño
y también está mamá con nosotros-
-Que increíble, nunca habíamos visto
esas fotos papá-
-¿Quién las dejo aquí papá?-
-Fueron los reyes magos mis
niños.-
Aún en este tiempo hay lugar para
creer.
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