que terror se asoma
curioso y culpable,
al perdernos en el
sobresueño del amor,
hacemos un acuerdo
místico,
para vivir en el
preolvido de nombres,
atándonos a la
inagotable sed,
para llenarnos los
ojos de cielo y estrellas
y la boca de
perfumes y de fuego aural,
adentro, las almas
se retransforman,
se dejan tocar en
su alquimia,
en los ríos y los
valles, los senderos olvidados,
las sombras y sus
calles, los edificios suspendidos,
adentro, nadie
duerme, la piel espera,
el llamado perpetuo
de la montaña,
promesas
devorándose sin dolor,
escapando como
ángeles profetas,
que deseo nos hace
añorar esa mirada,
para volvernos
cosas y algunos personas,
que necesidad nos
gobierna hasta morir,
baila y canta,
hasta fundirnos en ámbar.
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