miércoles, 23 de mayo de 2018

Salvaje exterior

Mi rostro se cubre con el manto áureo
de la brisa desnuda que llega hasta aquí,
afuera en la intemperie más sensible,
desabrigado ante la caricia nocturna,
en el centro de las cosas nunca nombradas,
escucho el rugido de los insectos
asfixiando la brisa, una advertencia
y una canción que trepa y anida en mi cabeza,
pidiéndome que me entregue a lo salvaje,
los árboles se agitan y todo se enfurece,
cada movimiento en la maleza indomable
se vuelve un aullido, un nuevo centro
arrancándome de mi y de mi inconsciencia,
las luciérnagas danzan invocando truenos,
la tierra late bajo mis pies inquietos
hasta que una descarga se anuncia,
y me elevo junto con la electricidad,
hasta las copas de los árboles
donde puedo contemplarlos,
ya nadie invoca, ya no existe centro,
ahora puedo distinguir cada sonido,
me entrego al bosque y sus provocaciones
y permanezco vivo o quizás muerto
sobre esta tierra, sin saber cómo salir.

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