viernes, 13 de noviembre de 2015

Cazador y presa

Te metes en mi alimento y en mi bebida,
acaricias cada bello y cada poro sin medida,
aquí estás, volando entre las cortinas,
me tientas con tu sinfonía,
seductiva criminal que orbitas
sas hendiduras del alma mía,
pero me resisto hasta que me anhelas,
me someto hasta que te encadenas.

Eres la víctima del cazador,
la presa que impregna su olor,
que obsesiona al pensamiento
pero le hace desear que huya,
que convierte lucha en aislamiento
porque la tiene pero no es suya.

Mi hambriento corazón
no tiene ninguna otra razón,
en tus hebras me hundí,
por tu caprichosa belleza,
quiero alimentarme de ti,
por tu inigualable rareza,
me gusta mucho cuando vienes,
cuando te tengo y me tienes.

A pesar de mi falsedad
y de tu exageración,
mi ansiedad
y tu devoción,
quiero que seas mía,
llenar mi alma vacía.

Cuando estoy frente a mi presa,
se que es ella quien me acecha,
se cataliza la práctica y la experiencia,
yo ofrezco el deseo, ella la influencia,
me tienes hipnotizado,
me tienes desesperado,
hasta que te alejas y no vuelves,
no vuelves por un tiempo y más,
vuela lejos de mí y no vuelvas jamás,
hasta que en tu salvajismo regreses,
mi presa y mi adicción,
mi malestar y mi pasión.

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