lunes, 23 de diciembre de 2019

El fallo de una deidad

Se despertó con el tierno Julo entre sus brazos,
rosado capullo que florece cuando quiere,
y arropados por el suave aroma que confiere,
lo apretó contra su pecho al sentir los flechazos.

El primero para herirla, robar su mirada
y con intensa grana teñir su nieve piel,
el segundo para dejarla, apenas mojada
pero sedienta, a cambio de un río entregarle miel.

Una tercera flecha descansaba en la aljaba
preparada para ofrecer el último impacto,
tan solo el sonido de su voz cerraría el pacto
pero fue ahí cuando sintió que el dolor hartaba.

Se levantó, con un ligero camisón rosa
y avanzo hasta el borde de aquel edén conjurado,
¿soltar al infante o pedir con su voz de diosa?
y recibir la flecha de su amor anhelado.

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