Tiempos de justicia
― Ya son nueve, nueve asesinatos en un
mes señores, díganme porque aún no tenemos ni una jodida pista.
― Sabemos que es un grupo jefe, no
discriminan género ni edad y solo atacan individuos que son miembros de las
esferas del gobierno, algunos miembros de la asamblea, incluso los nietos del
alcalde.
― Quiero agentes por todos lados hasta
que encontremos a esos infelices. He tú, Rafa, has algo útil y sal a la calle que
para eso te pagan, el único detective de la comisaría y es un bueno para nada.
Muévanse ya señoritas, con un demonio.
Tomé el arma de mi escritorio, a un lado
estaba Marcos.
― Estoy enfermo de este trabajo Marcos,
en serio quisiera renunciar.
― Esto es más grande que nosotros Rafa, tenemos
que hacer justicia, es lo que importa. Si no fuera por nosotros esta ciudad se
iría aún más al diablo.
― La justicia es para los que pueden
pagarla.
― Lo que tú digas, yo aún creo en esta
ciudad, sólo tenemos que hacer nuestro trabajo.
― Ese es tu problema, no sabes para
quien trabajas.
Me miró fijamente pero sin responder, luego
se volvió. Salí de la oficina rumbo a mi auto en el estacionamiento, eran las
12:45 am, subí a mi auto para pensar un poco.
― Presiento que hay un topo aquí, pero no
me sorprendería que más de uno esté involucrado.
Sentí el frio cañón en mi nuca.
― Conduce, vamos a dar un paseo.
Encendí el auto y salimos despacio. No
se cómo no pude verlo antes de subir, lo miré por el retrovisor, era un chico,
26 años a lo mucho, descubierto como si no le importara.
― ¿A dónde vamos? ― Le pregunté.
― Eso no importa, lo único que importa
es el mensaje, voy a matarte y entonces ellos entenderán que ya no tienen el
control.
― ¿Por qué están haciendo esto chico?
― De todas formas ya estás muerto, en
verdad que son unos malditos. Hace seis meses el gobierno asesino a 9 personas
en una manifestación, callaron todo pero esto ya se terminó. Nosotros somos
más.
― Lo recuerdo, esa situación se salió de
control. ― Segui conduciendo, aumenté poco a poco la velocidad.
― Lo único que nosotros estamos haciendo,
es justicia, yo estoy del lado de los buenos.
Gire mi cabeza hacia él, pude notar que estaba
agitado.
― ¿Quién carajo te dijo que tú eras el
bueno? ―Aceleré, hice un giro y choqué el auto al momento que le mordí la mano,
pude haberle arrancado los dedos, tiró su arma y antes de salir del auto la
cogí. ― ¡Para imbécil!― Grité.
Comenzó a correr así que le dispare y cayó
al suelo. Llame por la radio y corrí hasta él, lo acomode para que no se
desangrara, me miró y dijo ―Ya no importa nada agente, estamos todos jodidos.
Espere hasta que llegaran los
paramédicos, dijeron que la herida fue mortal pero no era verdad, simplemente
se deshicieron de él. Tres días después un tiroteo dejo dos oficiales y cinco civiles
muertos, el chico tenía razón.
Estoy enfermo de este trabajo.